ENFERMEDAD Y EMOCIÓN: EL CUERPO EXPRESA LO QUE EL ALMA CALLA

 







Muchas veces vivimos los síntomas como una amenaza, una señal de que algo anda mal. Pero ¿y si fueran en realidad una tentativa del cuerpo por sanar?… ¿Y si cada dolencia física fuera la expresión concreta de un conflicto emocional no resuelto?…


Lejos de ser un fallo, la enfermedad es una reacción de supervivencia, una respuesta sabia y biológica ante un impacto emocional que ha sobrepasado nuestra capacidad de gestionar. En ese instante —cuando la mente se bloquea, cuando el alma no encuentra cómo expresar lo que duele—, es el cuerpo quien toma la voz y habla a través del órgano que más resuena con esa emoción.


Por ejemplo, cuando alguien sufre una traición profunda y no puede expresarlo, el corazón —como símbolo de confianza y entrega— puede verse afectado. O cuando el miedo se instala sin salida aparente, los pulmones, asociados a la libertad y el aire vital, pueden ser los primeros en manifestar el malestar. Cada parte del cuerpo tiene un eco emocional, un lenguaje que espera ser comprendido.


EL CUERPO COMO SABIDURÍA VIVIENTE 


No somos solo músculos, huesos y órganos. Somos un mundo interior hecho de historias, energías y emociones. Dentro de cada célula vibra un eco de lo que hemos vivido, callado y sentido. Nuestro cuerpo es mucho más que una estructura biológica: es un templo inteligente que guarda la memoria de todo lo que el alma no ha podido expresar.


Cuando una emoción no encuentra salida a través de la palabra, del llanto, del arte o del movimiento… el cuerpo la guarda. Y si esa emoción se reprime durante demasiado tiempo, si se ignora o se niega, el cuerpo hablará en su propio lenguaje: el síntoma.


Pero… ¿Y qué dice ese lenguaje?…


Dice que hay algo que duele y no se ha reconocido. Que hay un límite que ha sido cruzado. Que una herida antigua ha sido tocada. Cada tensión, cada inflamación, cada dolencia es una metáfora viva de lo que no ha sido expresado emocionalmente. Como si el cuerpo dijera: “No puedo más con esto solo. Ayúdame a liberar”.


Escuchar al cuerpo es un acto de amor, de humildad y de sabiduría. No se trata de silenciar el dolor, sino de entender lo que quiere decirnos. Porque el cuerpo jamás nos traiciona: nos protege, nos acompaña, nos guía.


El cuerpo es nuestro archivo más fiel. Lo que no pudiste gritar, él lo somatiza. Lo que no pudiste llorar, él lo convierte en insomnio, ansiedad, rigidez o enfermedad. Es un sabio silencioso que solo busca aliviarte de la carga emocional que tú no supiste gestionar.


Una persona con una vida acelerada, sin pausas, puede desarrollar un nódulo en la tiroides. El cuerpo responde produciendo más tiroxina para adaptarse a esa velocidad impuesta… aunque sea mental.


Porque lo importante aquí es esto: el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginado. Pensar en un limón y tener uno en la boca genera la misma salivación. Y eso lo cambia todo: lo que imaginas puede enfermarte, pero también puede sanarte.


LA TENSIÓN MUSCULAR: CUANDO EL CUERPO SOSTIENE LO QUE EL ALMA NO SUELTA 


¿Te has detenido a sentir tu cuerpo en medio de una discusión, una pérdida o un miedo profundo?… Sin darte cuenta, los hombros se elevan, la mandíbula se aprieta, el pecho se encoge… el cuerpo reacciona antes incluso de que tú tomes conciencia de la emoción.


La tensión muscular no es casual. Es una respuesta instintiva del sistema nervioso ante lo que interpreta como amenaza o dolor. Cada vez que vivimos una situación emocionalmente intensa —un conflicto, un duelo, una traición, una humillación— y no logramos expresarla o liberarla, el cuerpo la retiene en forma de tensión.


Es como si los músculos se convirtieran en una especie de armadura, endureciéndose para protegernos del impacto emocional. Pero si esa tensión no se libera, si no respiramos, lloramos, gritamos o nos movemos para soltarla… esa contracción queda atrapada y se cronifica.


Y entonces, lo que comenzó como una reacción momentánea se transforma en un estado permanente. El cuerpo empieza a hablar a través del dolor, el cansancio, el insomnio, las contracturas, la ansiedad o incluso enfermedades autoinmunes.


Porque donde hay tensión crónica, hay una emoción no reconocida.

Donde hay rigidez, hay miedo.

Donde hay inflamación, hay ira reprimida.

Y donde hay agotamiento, hay tristeza no expresada.


TODO LO VIVIDO SE IMPRIME: LO REAL Y LO IMAGINADO


El cuerpo no necesita que algo ocurra físicamente para reaccionar. Basta con que lo imagines, lo temas o lo recuerdes intensamente para que se active toda la maquinaria biológica. Así de poderosa es la mente… y así de vulnerable es el cuerpo ante ella.


Una discusión que solo tuviste en tu cabeza puede provocar el mismo aumento de cortisol, la misma aceleración del pulso, la misma rigidez en la mandíbula… que una discusión real. El sistema nervioso no distingue entre lo que sucede y lo que tú crees que sucede. Para él, todo es experiencia.


Lo mismo ocurre con el miedo. Puedes estar en un lugar seguro, tranquilo, rodeado de personas que te aman… y aun así tu corazón late rápido, tus músculos se tensan y tu estómago se cierra. ¿Por qué?… Porque tu mente ha anticipado un peligro. Y el cuerpo ha obedecido.


Esto nos confronta con una verdad poderosa: la mente puede enfermarte, pero también puede sanarte. Lo que piensas genera química, lo que imaginas deja huella y lo que temes se manifiesta. Pero también lo que agradeces, lo que confías, lo que amas… transforma tu interior.


Por eso, cultivar pensamientos conscientes no es solo una práctica espiritual, es una medicina invisible. Cada vez que eliges mirar con compasión, confiar en el proceso, soltar un juicio o agradecer… algo en ti se reordena. Tu cuerpo responde con alivio, tus células con oxígeno, tu energía con luz.


EJEMPLOS DE ÓRGANOS Y SU RELACIÓN EMOCIONAL 


Órgano                  Afección común                     Conflicto emocional asociado


Estómago          Gastritis, úlcera, acidez             Dificultad para «digerir» una situación                                                                                     o relación


Colon                  Colitis, inflamación              Conflictos de «suciedad», traición o                                                                                         experiencias tóxicas


Hígado                  Hepatitis, sobrecarga              Ira profunda, injusticia no expresada


Pulmones          Asma, bronquitis                      Miedo a no tener espacio o libertad;                                                                                         tristeza por pérdidas


Corazón                  Palpitaciones, arritmias             Falta de amor, desilusión afectiva,                                                                                            exceso de exigencia


Tiroides                  Hipertiroidismo/nódulos     “Siempre estar apurado”, urgencia de                                                                                         hacer más


Riñones                  Cálculos, infecciones              Miedo a la pérdida, desarraigo, falta de                                                                                      apoyo


Piel                          Eczema, dermatitis, psoriasis      Conflictos de separación, rechazo o                                                                                            necesidad de contacto


Espalda                  Dolores crónicos                       Sentimiento de carga, exceso de                                                                                                  responsabilidades


Rodillas                  Artrosis, rigidez                       Orgullo, miedo a ceder, resistencia al                                                                                          cambio


Cuello                 Rigidez, tortícolis                       Negarse a ver otras perspectivas,                                                                                              testarudez emocional


Pecho                 Opresión, ansiedad                       Dolor emocional guardado, tristeza no                                                                                       expresada


Vejiga                 Infecciones, urgencia               Conflictos de territorio, límites                                                                                                   invadidos


Mamas (seno)         Quistes, inflamaciones               Conflictos con la maternidad, el                                                                                                  cuidado o la pareja


Estos significados no reemplazan un diagnóstico médico. Son lecturas simbólicas y emocionales que pueden complementar procesos de autoconocimiento y sanación interior.


EL ARTE, EL MOVIMIENTO, LA PALABRA: CAMINOS DE SANACIÓN


Nos han hecho creer que llorar es de débiles, que hablar de lo que duele es quejarse, que bailar sin motivo es una excentricidad… pero la verdad es otra: todo lo que expresa el alma es medicina. Y el cuerpo, ese sabio silencioso, lo sabe.


Bailar, pintar, escribir, cantar, gritar, reír, llorar, compartir… no son actos banales ni simples pasatiempos. Son vías sagradas a través de las cuales el dolor se libera, el trauma se transforma y la energía vuelve a fluir. Porque lo que no se expresa se deforma. Lo que no sale, se queda dentro… y enferma.


Cada vez que creas, sacas fuera una parte de ti que ya no puede permanecer atrapada. Cada vez que nombras tu herida, dejas de cargarla en soledad. Y cada vez que mueves tu cuerpo al ritmo de una emoción, le das al alma el permiso de liberarse.


Imagina a alguien que ha vivido una pérdida y no logra llorar. Lleva el dolor encapsulado, enquistado. Pero un día, al escribir una carta, se quiebra, y esa grieta le permite soltar. En otro caso, una persona con ansiedad constante comienza a bailar en soledad, sin técnica, solo dejando que su cuerpo hable… y el pecho se le abre. La angustia se disuelve. La emoción, al ser expresada, ya no necesita ser somatizada.


Esto es clave: el cuerpo guarda lo que la voz calla. Pero también se sana cuando encuentra un cauce de expresión.


EL ORIGEN DE MUCHOS SÍNTOMAS ESTÁ EN LA INFANCIA 


Desde los primeros días de vida, cada gesto, cada caricia, cada ausencia… va dejando una marca en el alma. Y lo que no se resolvió entonces, no desaparece con los años. Se oculta, se adapta, se disfraza… pero permanece. Nuestra historia emocional se escribe en la infancia, y los capítulos más dolorosos se graban en el cuerpo como memorias silenciosas. Heridas de abandono, de rechazo, de humillación, de injusticia o de traición se archivan en lo más profundo del ser. No se ven, pero se sienten. Y aunque la mente olvide, el cuerpo siempre recuerda.


Una discusión con tu pareja puede activar una herida de abandono infantil.

Una crítica laboral puede despertar la vieja sensación de no ser suficiente.

Un silencio de alguien amado puede traer a la superficie el miedo primario de no ser visto.


Y en todos esos momentos, es el cuerpo quien lanza la primera alarma: dolor de estómago, opresión en el pecho, tensión muscular, migrañas, fatiga crónica… síntomas que no nacen del presente, sino de un pasado que aún no ha sido abrazado.


Sanar al adulto implica volver al niño interior, ese ser vulnerable y auténtico que aún vive en nosotros. Escuchar sus miedos, validar sus necesidades, ofrecerle lo que no recibió. No desde el juicio, sino desde el amor. No desde la prisa, sino desde la presencia.


LA MEDICINA DEL FUTURO SERÁ EMOCIONAL Y ENERGÉTICA


Durante siglos, la medicina ha mirado al cuerpo como si fuera una máquina: piezas que se dañan, funciones que fallan, órganos que deben ser reparados. Pero cada vez más voces —científicas, terapéuticas, espirituales— se unen para afirmar algo que las tradiciones antiguas siempre supieron: el cuerpo no está separado de la mente, ni la mente del alma. Somos una unidad vibrante, emocional y energética.


La medicina del futuro ya está germinando en el presente. Médicos, terapeutas y profesionales de la salud comienzan a integrar en sus prácticas el impacto de las emociones, el poder del pensamiento, la influencia del campo energético y la memoria celular. Ya no basta con silenciar un síntoma: se busca el origen, se escucha la historia, se comprende el alma detrás del dolor.


Porque el cuerpo no se enferma solo, y tampoco se sana solo. Sanar un órgano sin mirar la emoción que lo afecta, es como secar el suelo sin cerrar el grifo. Las enfermedades no solo aparecen por azar o genética: muchas veces son el resultado acumulado de lo no dicho, lo no sentido, lo no resuelto.


Hoy la física cuántica, la neurociencia y la psiconeuroinmunología lo confirman:


Los pensamientos generan química.

Las emociones impactan el sistema inmune.

El campo energético humano puede ser medido, afectado y reequilibrado.

Sanar, entonces, es mucho más que desaparecer un síntoma. Es transformar una conciencia.


CONCLUSIÓN: ESCUCHAR AL CUERPO ES VOLVER A CASA 


La enfermedad no es un castigo ni una falla. Es un mensaje sagrado del alma a través del cuerpo, una llamada a volver la mirada hacia dentro, donde habita todo lo que hemos negado, reprimido o temido sentir. Detrás de cada síntoma hay una emoción no expresada, una historia no contada, una necesidad ignorada.


El cuerpo no enferma porque se rompe, sino porque se adapta. Intenta protegernos, compensar lo que no supimos sostener emocionalmente, darle salida a lo que no pudimos transformar en palabras, en arte, en movimiento o en conciencia.


Comprender que somos una unidad inseparable de cuerpo, mente, emoción y energía es el primer paso hacia una sanación real. No basta con apagar el dolor, hay que descifrar su origen. Y muchas veces ese origen está en la infancia, en la mente que imagina peligros, en el corazón que no se atrevió a llorar, en los músculos que aprendieron a tensarse en silencio.


La medicina del alma es escuchar. La del cuerpo, liberar. Y la del espíritu, integrar.


Por eso, la verdadera sanación no ocurre cuando desaparece un síntoma, sino cuando empezamos a vivir con más verdad, más amor y más consciencia. Cuando nos permitimos sentir, expresar, compartir y transformar.



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de https://www.shurya.com/cada-organo-danado-responde-a-un-sentimiento/






EL PODER DEL PENSAMIENTO SU DOMINIO Y CULTURA DE ANNIE BESANT





INTRODUCCIÓN


El valor del conocimiento se pone a prueba por su poder de purificar y ennoblecer la vida, y todo estudiante ansioso desea aplicar el conocimiento teórico adquirido en el estudio de la Teosofía, a la evolución de su propio carácter y al auxilio de su prójimo. Para tales estudiantes es para quienes se escribe la serie de artículos, de los cuales es éste el primero, con la esperanza de que una mejor comprensión de su propia naturaleza intelectual, les induzca a cultivar determinadamente lo que haya de bueno en ella y extirpar lo que haya de malo. La emoción que impulsa a llevar una noble vida, sólo se aprovecha a medias si la clara luz de la inteligencia no ilumina la senda de conducta; pues, así como el ciego se sale del camino sin saberlo hasta que cae en un poso, así la persona por la ignorancia, se aparta del camino de la vida recta hasta que cae en el abismo del mal obrar. Verdaderamente, Aidya es privación de conocimiento, el primer paso que lleva de la unidad a la separación; y sólo a medida que desaparece, disminuye la última, hasta que su completa desaparición devuelva la paz Eterna.


EL YO (SELF) 1 COMO CONOCEDOR 1 Yo (Self), el yo conciencia, no el yo mente. (N. del T.)


Al estudiar la naturaleza del hombre, separamos al Hombre de los vehículos que usa, el Yo viviente, de las vestiduras con que está envuelto. El Yo es uno, por variados que sean sus modos de manifestación al funcionar a través y por medio de las diferentes clases de materia. Es, por supuesto, verdad que sólo existe Un Yo; que, así como los rayos surgen del sol, los Yos que constituyen los Hombres verdaderos no son sino rayos del Yo supremo, y cada Yo puede murmurar: "Yo soy El". Pero para nuestro objeto presente, considerando un solo rayo, podemos también afirmar su propia unidad inherente aun cuando esté oculta bajo sus formas. La Conciencia es una unidad, y las divisiones que hacemos en ella, o son hechas con propósito de estudio, o son ilusiones debidas a las limitaciones de nuestro poder de percepción causadas por los órganos por cuyo medio funciona en los mundos inferiores. El hecho de que las actividades del Yo proceden separadamente de sus tres aspectos de querer, sentir y conocer, no debe cegarnos respecto del otro hecho de que no existe separación de substancia; todo el Yo quiere, todo el Yo conoce. Ni tampoco las funciones son totalmente separadas; cuando quiere también siente y conoce, cuando siente también quiere y conoce, cuando conoce también quiere y siente. Una función es siempre predominante y algunas veces hasta tal punto, que vela por completo a las otras; pero hasta en la concentración más intensa del conocedor - la más separada de las tres funciones - siempre hay presente un sentimiento y un querer latente; discernibles como presentes por un análisis atento. No es fácil esclarecer el concepto fundamental del Yo más que lo hace su mero nombre. El Yo es ese Uno consciente, senciente y siempre existente, que en cada cual de nosotros se reconoce como un ser. Ningún hombre puede pensar de sí mismo como no existente, o formularse, a sí mismo como "Yo no soy". Según lo expresa Bhagavan Das; "El Yo es la primera base indispensable de la vida..." Según las palabras de Vashaspati-Mishra, en su Comentario (el Bhamati) sobre el Skarriraka Bashya de Shankaracharya: "Nadie duda, ¿Yo soy? o ¿No soy?". La afirmación de Sí mismo "Yo soy", se presenta antes que ninguna otra cosa, se halla por encima y fuera de todo argumento. Ninguna prueba puede darle más fuerza; ninguna refutación puede debilitarlo. Tanto la prueba como la refutación se encuentran ellas mismas en "Yo soy". Cuando observamos a este "Yo soy", vemos que se expresa de tres modos diferentes: a) lanzando energía la VOLUNTAD, a la cual la acción es inherente; b) la respuesta interna por el placer o por el dolor al choque externo, el SENTIMIENTO, la raíz de la emoción; e) la reflexión interna de un No-Yo, el CONOCIMIENTO, la raíz del pensamiento, "Yo quiero", "Yo siento", "Yo sé": estas son las tres afirmaciones del Yo indivisible, del "Yo soy". Todas las actividades pueden clasificarse bajo uno u otro de estos títulos; el Yo sólo se manifiesta en nuestro mundo de estos tres modos; así como todos los colores arrancan de los tres primarios, así las innumerables actividades del Yo arrancan todas de la Voluntad, del Sentir y del Conocer. El Yo como el que quiere, el Yo como el que siente, el Yo como el que conoce: él es el Uno en la Eternidad y también la raíz de la individualidad en el Tiempo y en el Espacio. El Yo en su tercer aspecto, el Yo como Conocedor, es el que vamos a estudiar.


EL NO-YO COMO LO COGNOSCIBLE El


Yo, cuya "naturaleza es conocimiento"; ve reflejadas en sí mismo un gran número de formas, y aprende por experiencia que no puede querer, sentir, ni conocer en y por medio de ellas. Descubre que estas formas no se sujetan a su dominio como lo está la primera forma de que tuvo conciencia, y la cual aprende (erróneamente) a identificar consigo mismo. Él quiere, y en ellas no percibe movimiento alguno respondiente; él siente, y no muestran signo alguno; él conoce, y no comparten el conocimiento. Él no puede decir en ellas: "Yo quiero", "yo siento", "yo conozco"; y finalmente las reconoce como otros yos en las formas minerales; vegetales, animales, humanas y sobrehumanas, y las generaliza a todas bajo un término comprensible, el No-Yo, aquello en que él, como yo separado, no está, en que él no quiere, ni siente, ni conoce. Durante largo tiempo contestará de este modo a la pregunta: "¿Qué es el No-Yo?" "Todo aquello en que no quiero, ni siento, ni conozco". Y aunque, verdaderamente, haga un análisis final, encontrará que también sus vehículos excepto la película más sutil que hace de él un Yo, son partes del No-Yo, son objetos de conocimiento, son lo Cognoscible, no el Conocedor, para todo objeto práctico su contestación es exacta.


EL CONOCEDOR


A fin de que el Yo pueda ser el Conocedor y el No-Yo lo Cognoscible, hay que establecer entre ellos una relación definida. El No-Yo tiene que afectar al Yo, y el Yo a su vez tiene que afectar al No-Yo. Entre los dos debe haber un cambio de relación. El Conocedor es una relación entre el Yo y el No-Yo, y la naturaleza de esta relación debe ser lo primero que tratemos; pero conviene comprender antes con claridad el hecho de que el conocer es una relación. Implica dualidad, la conciencia de un Yo y el reconocimiento de un No-Yo, y la presencia de los dos en contraposición uno de otro es necesaria para el conocimiento. El Conocedor, lo Cognoscible, el Conocer, éstos son los tres en uno que deben ser comprendidos si el poder del pensamiento ha de dirigirse a su debido objetivo, el auxilio del mundo. Con arreglo a la terminología occidental,  la Mente es el Sujeto que conoce; el Objeto es lo cognoscible; la relación entre los dos es conocimiento. Debemos comprender la naturaleza del Conocedor, la naturaleza de lo Cognoscible y la naturaleza de la relación establecida entre ambos y cómo se origina tal relación. Una vez esto comprendido, habremos, en verdad, dado un paso hacia este conocimiento de sí mismo, que es sabiduría. Entonces, verdaderamente, podremos ayudar al mundo que nos rodea, convirtiéndonos en sus auxiliares y salvadores; pues éste es el verdadero fin de la sabiduría, que, habiendo prendido fuego por el amor, puede sacar al mundo de la desgracia, dándole el conocimiento en el cual cesa para siempre todo dolor. Tal es el objeto de nuestro estudio; pues con verdad se dice en los libros de esa nación que posee la sicología más antigua, y, sin embargo, la más profunda y sutil, que el objeto de la filosofía es poner fin al dolor. Para esto el Conocedor piensa, para esto se busca constantemente el conocimiento. Hacer cesar el dolor es la razón final de la filosofía, y no es verdadera sabiduría la que no conduce a encontrar la PAZ.


CAPITULO 1

LA NATURALEZA DEL PENSAMIENTO


La naturaleza del pensamiento puede estudiarse desde dos puntos de vista; desde el lado de la conciencia, la cual es conocimiento, o desde el lado de la forma por cuyo medio se obtiene el conocimiento, y cuya susceptibilidad a las modificaciones hace posible el alcance de éste. En filosofía hay dos extremos que debemos evitar, porque cada uno de ellos ignora un lado de la vida manifestada. Uno considera todo como conciencia, ignorando la esencialidad de la forma para condicionar la conciencia, para hacerla posible. El otro considera todo como forma, ignorando el hecho de que la forma sólo puede existir en virtud de la vida que la anima. La forma y la vida, la materia y el espíritu, el vehículo y la conciencia, son inseparables en la manifestación y son los aspectos indivisibles de AQUELLO a lo cual son inherentes, AQUELLO que no es la conciencia ni su vehículo, sino la raíz de ambos. Una filosofía que trate de explicarlo todo por medio de la forma, ignorando la vida, encontrará problemas que le será imposible resolver. Una filosofía que trate de explicarlo todo por medio de la vida ignorando las formas, se encontrará con muros espesos que no podrá franquear. La última palabra en esto es que la conciencia y sus vehículos, vida y forma, materia y espíritu, son las expresiones temporales de los dos aspectos de la Existencia no condicionada, la cual no es conocida sino excepto cuando se manifiesta como la Raíz del Espíritu (llamada por los indios Pratyagatman), el Ser abstracto, el Logos abstracto de donde provienen todos los yos individuales, y la Raíz de la materia (Müalprakriti) de donde provienen todas las formas. Siempre que tiene lugar la manifestación, la Raíz del espíritu da nacimiento a una triple conciencia y la Raíz de la materia a una triple materia; bajo éstas está la Realidad Una, por siempre incognoscible por la conciencia condicionada. La flor jamás ve la raíz de donde crece, por más que su vida toda sale de ella y que sin ella no podría existir. El Yo como Conocedor, tiene como función característica el reflejo dentro de sí mismo el No-Yo. Así como una placa sensible recibe los rayos reflejados de los objetos, y estos rayos causan modificaciones en la materia sobre la que caen, de suerte que puedan obtener imágenes de los objetos, así sucede con el Yo en su aspecto del conocimiento, con referencia a todo lo externo. Su vehículo es una esfera en donde el Yo recibe del No-Yo los rayos reflejados del Yo Uno, haciendo aparecer dentro de él imágenes que son las reflexiones de aquellos que no es él mismo. El Conocedor no conoce las cosas mismas en las primeras etapas de su conciencia. Sólo conoce las imágenes producidas dentro de él por la acción del No-Yo en su ser respondiente, las fotografías del mundo externo. De aquí que la mente, vehículo del Yo como Conocedor, haya sido comparada a un espejo en el cual se ven las imágenes de los objetos colocados ante él. Nosotros no conocemos las cosas mismas, sino sólo el efecto que ellas producen en nuestra conciencia; no los objetos, sino las imágenes de los objetos, es lo que vemos en la mente. Lo mismo sucede con el espejo; parece que tiene los objetos dentro de él; pero esos objetos aparentes son sólo imágenes, ilusiones causadas por la mente: en su conocimiento del universo externo sólo conoce las imágenes ilusorias y no las cosas en sí mismas. Pero, pudiera preguntarse: "¿Sucederá lo mismo siempre? ¿No conoceremos nunca las cosas en sí mismas?" Esto nos conduce a la distinción vital entre la conciencia y la materia en que la ciencia funciona, y por su medio podremos encontrar una respuesta a esa pregunta natural de la mente humana. Cuando la conciencia, al cabo de una larga evolución, ha desarrollado el poder de reproducción dentro de sí misma, todo lo que existe fuera, entonces la envoltura de materia, en la cual ha estado funcionando, se desprende, y la conciencia, que es conocimiento, identifica su Yo con todos los demás Yos en medio de los cuales ha estado desenvolviéndose, y ve como No-Yo sólo la materia relacionada igualmente con todos los Yos por separado. Este es el "Día sed con nosotros", la unión que constituye el triunfo de la evolución, cuando la conciencia se conoce a sí misma y a las demás, y conoce a las demás como siendo ella misma. Por identidad de naturaleza se alcanza el conocimiento perfecto, y el Yo realiza ese estado maravilloso en donde la identidad no perece y la memoria no se pierde, pero donde termina la separación y donde el conocedor y el conocimiento se convierten en uno. Esta maravillosa naturaleza del Yo, que se desenvuelve actualmente en nosotros por medio del conocimiento, es lo que tenemos que estudiar a fin de comprender la naturaleza del pensamiento; y es necesario ver claramente el lado ilusorio a fin de que podamos utilizar la ilusión para transcenderla. Así, pues, estudiemos ahora cómo el Conocer - la relación entre el Conocedor y lo Cognoscible - se establece, y esto nos conducirá a percibir más claramente la naturaleza del pensamiento. Hay una palabra, vibración, que cada día que pasa se convierte más y más en la nota fundamental de la Ciencia de Occidente, así como desde hace largo tiempo lo ha sido de la de Oriente. El movimiento es la raíz de todo. La vida es movimiento; la conciencia es movimiento. El movimiento, al efectuar la materia, es vibración. Pensemos en el Uno, en el Todo, como inmutable, sin movimiento, puesto que en el Uno el movimiento no puede existir. Sólo cuando hay diferenciación o partes, podemos pensar en el movimiento, por ser el movimiento cambio de lugar en la sucesión del tiempo. Cuando el Uno se convierte en los muchos, entonces surge el movimiento, y éste es vida y conciencia cuando es rítmico y regular y es muerte e inconsciencia cuando es irregular y carece de ritmo. Porque la vida y la muerte son hermanas gemelas, igualmente nacidas del movimiento, el cual es manifestación. El movimiento tiene que surgir cuando el Uno se convierte en los muchos, puesto que cuando lo omnipresente ocasiona las partículas separadas, el movimiento infinito tiene que representar la omnipresencia, o, dicho de otro modo, tiene que ser su reflexión o imagen en la materia. La esencia de la materia es la separatividad, así como la del espíritu es la unidad, y cuando ambos surgen del Uno, como la nata de la leche, la reflexión de la omnipresencia de ese Uno en la multiplicidad de la materia, es movimiento incesante e infinito, pues movimiento absoluto - la presencia de cada unidad en movimiento en todos los puntos del espacio en cada momento de tiempo- es idéntico al reposo, aunque reposo desde otro punto de vista, desde el de la materia, en lugar del punto de vista del Espíritu. Este movimiento regular da a movimientos correspondientes, a vibraciones en la materia que lo envuelve, pues cada Jivatman o unidad separada de conciencia, está aislado por un revestimiento de materia, de todos los demás Jivatmans. Este revestimiento de materia, al vibrar, comunica sus vibraciones a la materia que le rodea, la cual se convierte en el medio conductor de las vibraciones, y este medio comunica a su vez el impulso de la vibración a la materia que encierra otro Jivatman, haciendo vibrar esta unidad de conciencia del mismo modo que la primera. En esta serie de vibraciones - que principian en una conciencia, en el cuerpo que la encierra, que son comunicadas por este cuerpo al medio circundante, el cual las transmite a otro cuerpo y por este segundo cuerpo a la conciencia que encierra - tenemos la cadena de vibraciones por cuyo medio el uno conoce al otro. El segundo conoce al primero porque reproduce al primero en sí mismo y experimenta así lo que él experimenta. Pero, sin embargo, con una diferencia, pues nuestro segundo Jivatman estaba ya en vibración, y su estado de movimiento, después de recibir el impulso del primero, no es una simple repetición de aquel impulso, sino una combinación de su propio movimiento original con el que se le ha impuesto desde fuera, y por tanto no es una reproducción perfecta: obstínense semejanzas más y más aproximadas, pero la identidad siempre se nos escapa. Esta secuencia de actos vibratorios se ve a menudo en la naturaleza. Una llama es un centro de actividad vibratorio en el éter, llamado por nosotros calor; estas vibraciones u ondas caloríferas conmueven al éter circundante en ondas similares, y sus partículas vibran bajo el impulso, y de este modo el hierro se calienta y se convierte a su vez en una fuente de calor. Así es como una serie de vibraciones pasa de uno a otro Jivatman y como todos los seres están relacionados por esta red de la conciencia. Del mismo modo, también, en la naturaleza física señalamos diferentes grados de vibración con nombres distintos, llamando a una serie luz, a otra calor, a otra electricidad, a otra sonido; y así sucesivamente; sin embargo, todas son de la misma naturaleza; todas son modos de movimiento en el éter3, (3 el sonido es también, primordialmente, una vibración etérea) y sólo difieren en grados de velocidad correspondientes a diferencias de densidad en el éter. La Voluntad, el Sentimiento y el Pensamiento son de la misma naturaleza, y difieren en sus fenómenos sólo por la diferencia en su grado de velocidad respectiva y la sutileza relativa del medio. La diferencia especifica del Pensamiento es que sus ondas forman imágenes - como sucede con las ondas luminosas aquí abajo -, y no deja de tener significado que la misma palabra "reflexión" se emplea igualmente en los resultados del movimiento de ondas del pensamiento y del de la luz. Hay una serie de vibraciones en una clase especial de materia y dentro de cierto grado de velocidad, a lo que damos el nombre de vibraciones del pensamiento. Estos nombres son definidores de ciertos hechos de la naturaleza. Hay cierta clase de éter puesto en vibración y sus vibraciones afectan nuestros ojos, y a este movimiento lo llamamos luz. Hay otro éter mucho más sutil cuyas vibraciones son percibidas, esto es, son contestadas por la mente, y a este movimiento lo llamamos pensamiento. Estamos rodeados de materia de diferentes densidades, y a los movimientos que en ella se producen les damos el nombre según nos afectan, según son contestados por los diferentes órganos de nuestros cuerpos groseros o sutiles. Llamamos "luz" a ciertos movimientos que afectan los ojos; llamamos "pensamiento" ciertos movimientos que afectan otro órgano, la mente. El "ver" ocurre cuando la luz del éter ondula desde un objeto a nuestros ojos; el "pensar" ocurre cuando el éter del pensamiento se mueve en ondas desde un objeto a nuestra mente. El uno no es más ni menos misterioso que el otro. Al tratar de la mente veremos que las modificaciones en la disposición de sus componentes son causadas por el contacto de ondas de pensamiento, y que en el pensar concreto experimentamos nuevamente los choques originales de afuera. El conocedor tiene su actividad en estas vibraciones, y todo aquello que ellas pueden contestar o todo lo que ellas pueden reproducirse, es conocimiento. El pensamiento es una reproducción dentro de la mente del Conocedor, de aquello que no es el Conocedor, que no es el Yo; es una pintura causada por una combinación de movimientos de ondas, literalmente una imagen. Una parte del No-Yo vibra, y al vibrar en contestación al Conocedor, esta parte se convierte en lo cognoscible; la materia que vibra entre ellos hace posible el conocer poniéndolos en mutuo contacto. De este modo se establece y mantiene la cadena del conocedor, lo cognoscible y el conocer.

MEMORÁNDUM de DIOS



Para: TI


De: DIOS




Pide consejo. Escucho tu lamento


Este atraviesa la oscuridad, se filtra entre las nubes, se mezcla con la luz de las estrellas, y encuentra su camino hacia mi corazón montado en un rayo del sol.


Me he angustiado al escuchar el lamento de una liebre atrapada en el cepo, por el gorrión que ha caído de su nido, por un niño que yace en una charca, o por el hijo que derrama su sangre en una cruz.


Sabe también que te escucho. Está en paz. Está tranquilo.


Tengo consuelo para tu pena, ya que conozco su causa... y su cura.







Lloras por todos tus sueños infantiles que se han desvanecido con los años.


Lloras por tu dignidad que ha sido corrompida por el fracaso.


Lloras porque tu potencialidad que ha sido cambiada por seguridad.


Lloras por tu individualidad que ha sido pisoteada por la gente.


Lloras por tu talento que ha sido desperdiciado por el mal uso.


Te consideras desgraciado y te volteas aterrado a causa de la imagen que ves en el estanque. ¿Quién es esta mofa humana que te observa con insensibles ojos de vergüenza?


En dónde está la gracia de tus modales, la belleza de tu figura, tu agilidad de movimientos, tu claridad de pensamiento, el esplendor de tu conversación? ¿Quién se robó tus bienes?


Conoces la identidad del ladrón como la conozco yo?


En una ocasión posaste la cabeza en una almohada de hierba en el campo de tu padre y observaste una catedral de nubes y supiste que, a su tiempo, todo el oro de Babilonia sería tuyo.


En una ocasión leíste muchos libros y escribiste muchas cuartillas, convencido, sin temor a equivocarte, que igualarías y superarías toda la sabiduría de Salomón.


Y las estaciones desembocarían en los años hasta la eternidad; serías el rey supremo de tu propio paraíso.


¿Recuerdas quién implantó en tu ser aquellos planes, sueños y semillas de esperanza?


No puedes recordarlo.


No recuerdas ese momento en el cual emergiste del vientre de tu madre y posé mi mano sobre tu suave frente.


¿Y el secreto que murmuré en tu pequeño oído cuando te concedí mis bendiciones?


¿Recuerdas nuestro secreto?


No puedes recordarlo.


El paso de los años ha destruido tus recuerdos, ya que ha llenado tu mente con el miedo, la duda, la ansiedad, el remordimiento, el odio, porque no hay lugar para los recuerdos agradables en donde habitan estas bestias.


No llores más. Estoy contigo... y este momento es la línea divisoria de tu vida. Todo eso que ha tenido lugar antes no fue más que un lapso parecido al que pasaste dormido en el vientre de tu madre.


Lo pasado está muerto. Permite que los muertos entierren a sus muertos.


En este día regresas de tu muerte viviente.


Este día, al igual que Elías con el hijo de la viuda, me extiendo sobre ti tres veces y te devuelvo la vida.


En este día, al igual que Eliseo con el hijo de la sunamita, pongo mi boca sobre la tuya, mis ojos sobre los tuyos y mis manos sobre tus manos, y tu carne recobra el calor.


En este día, al igual que Jesús en la tumba de Lázaro te ordeno que salgas de tu sepultura para empezar una nueva vida.


Este es tu aniversario. Esta es tu nueva fecha de nacimiento. Tu primera vida, al igual que en una obra de teatro era solamente un ensayo. Esta vez el telón está subido. Esta vez el mundo observa y espera para aplaudir. Esta vez no fallarás. Enciende tus velas. Cómprate tu pastel. Sirve el vino, Has renacido.











Al igual que la mariposa al salir de su crisálida, volarás... vuela tan alto como desees, y ni las avispas ni las libélulas ni las cadenas de la humanidad obstaculizarán tu misión o búsqueda de las verdaderas riquezas de la vida.


Siente mi mano sobre tu cabeza






Atiende a mi sabiduría.


Déjame compartir contigo, otra vez, el secreto que escuchaste a la hora de tu nacimiento y que has olvidado


Tú eres el milagro más grande. Eres el milagro más grande del mundo


Esas fueron las primeras palabras que escuchaste. Después lloraste.


Todos lloran.


Entonces no me creíste... y nada que corrija tu incredulidad ha pasado en estos años intermedios.


¿Cómo podrías ser un milagro cuando te consideras un fracaso hacia las tareas más sencillas? Cómo puedes ser un milagro cuando tienes poca confianza para manejar la más trivial de las responsabilidades? ¿Cómo es posible que seas un milagro cuando llega a estremecerte la duda y permaneces alerta sobre cómo obtener el alimento de mañana?


Es suficiente. La leche que se derrama es amarga. Sin embargo, ¿Cuántos profetas, cuántos sabios, cuántos poetas, cuántos artistas, cuántos compositores, cuántos científicos, cuántos filósofos y mensajeros he enviado para que te hablaran de tu divinidad, de tu potencialidad para asemejarte a mí, y los secretos para lograrlo? ¿Cómo les trataste? Sin embargo, te sigo amando y estoy ahora a través de estas palabras, para cumplir con el profeta que anuncia que el Señor posará nuevamente su mano, por segunda ocasión, para recuperar los indicios de su pueblo.


He posado mi mano nuevamente.


Esta es la segunda vez.


Eres mi indicio.


Es inútil preguntar, ¿no sabías, no escuchaste, no se te dijo desde el principio? ¿No entendiste la creación de la Tierra?


No has sabido; no has escuchado; no has entendido.


Se te ha dicho que eres una pieza especial del trabajo, noble en razón, infinito en facultades, expreso y admirable en forma y movimiento igual que un ángel en acción, como un dios encarcelado.


Se te ha dicho que eres la sal de la tierra.


Se te dio el secreto para mover montañas, para realizar lo imposible.


No le creíste a nadie. Quemaste tu mapa de la felicidad: abandonaste tu derecho a tener paz mental; apagaste las velas que habían sido colocadas a lo largo de tu ruta hacia la gloria, y después vacilaste, perdido y aterrado, en la oscuridad de la futilidad y la autocompasión, hasta que caíste en el infierno que era tu propia creación.


Entonces lloraste y golpeaste tu pecho y maldijiste la suerte que se había adueñado de ti.


Rehusaste aceptar las consecuencias de tus propios pensamientos mezquinos e insignificantes acciones, y buscaste un chivo expiatorio a quien culpar de tu fracaso. ¡Con cuánta rapidez lo encontraste!


¡Me culpaste a mí!


Gritaste que tus defectos, tus mediocridades, tu falta de oportunidad, tus fallas... eran la voluntad de Dios!


¡Estabas equivocado!


Hagamos un inventario. Primero hagamos la cuenta de tus defectos. ¿Cómo voy a pedirte que construyas una nueva vida si no cuentas con las herramientas?


¿Estás ciego? ¿Sale y se mete el sol sin que tú lo atestigües?


No.


Puedes ver... y los cien millones de receptores que deposité en tus ojos te permiten gozar de la magia de una hoja, de un copo de nieve, de un estanque, una águila, un niño, una nube, una estrella, una rosa, el arco iris... y la mirada del amor.


Anota un don.


¿Estás sordo? ¿Puede reír o llorar un bebé sin que te des cuenta?


No.


Puedes oír... y los veinticuatro mil filamentos que puse en cada uno de tus oídos vibran con el viento de la arboleda, con las mareas que chocan contra las rocas, con la majestuosidad de una ópera, con el canto de un petirrojo, con el juego de los niños... y con la palabra te amo.


Anota otro don.


¿Eres mudo? ¿Se mueven tus labios y sólo emiten saliva?


No.


Puedes hablar... ninguna otra de mis criaturas puede hacerlo, y tus palabras pueden calmar al enojado, animar al abatido, estimular al cobarde, alegrar al triste, acompañar al solitario, premiar al valeroso, alentar al vencido, enseñar al ignorante... y decir te amo.


Anota otro don.


¿Estás paralítico? ¿Ocasiona tu invalidez que te despojen de tu tierra?


No.


Te puedes mover... No eres un árbol condenado a una pequeña porción de tierra, mientras el mundo y el viento abusan de ti. Puedes pasear, correr, bailar, y trabajar, ya que dentro de tu ser he diseñado quinientos músculos, doscientos huesos y siete mil nervios que están sincronizados para obedecerte.


Anota otro don.


¿Ni amas ni te aman? ¿Te oprime la soledad día y noche?


No.


Jamás. Ahora conoces el secreto del amor, que consiste en que para recibir amor debe entregarse sin reciprocidad. Amar por satisfacción u orgullo, no es amar. El amor es un regalo por el cual no se exige nada a cambio. Ahora sabes que el amor sin egoísmo es su recompensa. Y aun cuando el amor no sea devuelto no está perdido., ya que el amor que no es recíproco regresará a ti y ablandará y purificará tu corazón.


Anota otro don. Cuenta doble.


¿Es débil tu corazón? ¿Tiene que luchar y esforzarse para mantenerte con vida?


No.


Tu corazón es fuerte. Pon tu mano sobre el pecho y siente su ritmo, bombeando hora tras hora, día y noche, treinta y seis millones de latidos al año, año tras año, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de cien mil kilómetros de venas, arterias, y que llevan... más de dos millones de litros de sangre al año. El hombre jamás fue creado como una máquina.

Anota otro don.


¿Estas enfermo de la piel? ¿Las personas se vuelven horrorizadas cuándo te acercas?


No.


Tu piel está limpia y es una maravillosa creación que sólo necesita que la cuides con jabón, aceite, cepillo y cariño. Con el tiempo todas las armaduras se oxidarán y herrumbrarán, no así tu piel. Finalmente, hasta el más fuerte de los metales se deteriora por el uso, mas no la cubierta que he creado a tu alrededor. Se renueva constantemente; las células viejas son reemplazadas por las nuevas, de igual forma que tu viejo ser es reemplazado por el nuevo.

Anota otro don.


¿Se están desbaratando tus pulmones? ¿Lucha tu aliento de vida por poder entrar en tu cuerpo?


No.


Las puertas a la vida te sostienen hasta en el más vil de los ambientes que tú has creado y trabajan siempre para filtrar el oxígeno que da la vida a través de seiscientos millones de alvéolos que se encargan de librar a tu cuerpo de los desperdicios gaseosos.


Ahora, anota otro don.


¿Está envenenada tu sangre? ¿Está diluida por el agua y la supuración?


No.


En tus cuatro litros de sangre existen veintidós millones de células y dentro de cada célula existen millones de moléculas, dentro de cada molécula hay un átomo que oscila más de diez millones de veces por segundo. Cada segundo mueren dos millones de tus células sanguíneas para ser remplazadas por dos millones más en una resurrección que ha continuado desde el día de tu nacimiento. De la forma en que esto ha sucedido siempre en tu interior, sucede ahora en tu exterior. Anota otro don.


¿Eres retardado mental? ¿No puedes pensar por ti mismo?


No.


Tu cerebro es la estructura más compleja del universo. Lo sé. Dentro de sus mil o más gramos hay trece mil millones de células nerviosas, más de tres veces más células que personas habitan tu planeta. Para ayudarte a archivar cada percepción, cada sonido, cada sabor, cada olor, cada acción realizada por ti desde el día en que naciste, he implantado en tus células más de mil trillones de moléculas proteicas. Todos los sucesos de tu vida se encuentran ahí esperando a que los recuerdes. Y, para ayudar a tu cerebro en el gobierno de tu cuerpo, he dispersado en tu organismo cuatro millones de estructuras sensibles al dolor, quinientos mil detectores táctiles y más de doscientos mil detectores de temperatura.


Ninguna nación protege sus reservas de oro mejor de lo que tú estás protegido. Ninguna de sus antiguas maravillas están mejor protegidas que tú.




Tú eres mi creación más fina.



Dentro de tu ser existe la suficiente fuerza atómica para destruir cualquiera de las grandes naciones de tu mundo... y para reconstruirla.


¿Eres pobre? ¿No posees oro ni plata?


No.


¡Eres rico! Hemos contado juntos tu riqueza. Analiza la lista.


Vuelve a contar. ¡Tasa tus bienes!


¿Por qué te has traicionado? ¿Por qué gritaste que todos los dones de la humanidad te habían sido negados? ¿Por qué te engañaste pensando que eras débil para cambiar tu vida? ¿Careces de talento, sentidos, capacidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? ¿Por qué te arrastras en las sombras, como un gigante derrotado, esperando sólo el transporte hacia la vacía y húmeda bienvenida del infierno?


Tienes demasiadas cosas. Tus dones se derraman de tu copa... y tú has sido negligente con ellos, como un niño echado a perder por lujos, debido a que los he implantado en ti con regularidad y generosidad.


Contéstame.


Contéstate a ti mismo.


¿Qué hombre rico, viejo o joven, retardado o inútil no cambiaría a todas sus riquezas tu propio error, destruyéndote con odio hacia tu ser, autoincriminación, repulsión hacia los crímenes que has cometido contra ti y contra otros.


¿No estás perplejo?


¿No te preguntas por qué soy capaz de perdonar tus faltas, tus transgresiones, tu vergonzoso comportamiento... aun cuando tú no puedes perdonarte?


Ahora me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres una horda de destrucción dentro de una masa gris de mediocridad. Y... eres una gran rareza.


Analiza una pintura de Rembrandt, o un bronce de Degas o un violín Stradivarius o una obra de Shakespeare. Son de mucho valor por dos razones: sus creadores eran maestros y son pocos en cantidad. Sin embargo, existe más de uno en cada especialidad.


Siguiendo este razonamiento, eres el tesoro más valioso en la superficie de la tierra, pues sabes quién te creó y no hay nadie como tú.


Nunca ha habido entre los setenta mil millones de seres que han caminado sobre el planeta desde que éste fue creado, un ser que haya sido exactamente igual a ti.


Nunca, hasta el fin del mundo, habrá otro igual a ti.


No has mostrado conciencia o aprecio de tu individualidad. Más, eres una creación única en el mundo.


De tu padre emanaron en su momento de amor supremo, un sinnúmero de semillas de amor, más de cuatrocientos millones. Todas ellas, mientras nadaban dentro de tu madre, entregaron el alma a Dios y murieron. ¡Todas, excepto una! Tú.


Sólo tú preservaste dentro del amoroso calor del cuerpo de tu madre, buscando tu otra mitad, una sola célula de tu madre, tan pequeña que se necesitarían más de dos millones de estas para llenar una bellota. Sin embargo, a pesar de las imposibilidades, y el vasto océano de oscuridad y desastre, perseveraste, encontraste la célula infinitesimal, te uniste a ella y empezó una nueva vida. Tu vida.


Llegaste, trayendo contigo, como lo hacen todos los niños, el mensaje que dice que no me he desilusionado del hombre. Dos células, ahora unidas en un milagro.


Dos células, cada una con veintitrés cromosomas y en cada cromosoma cientos de genes que regirán cada característica tuya, desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el tamaño de tu cerebro.


Con todas las combinaciones bajo mi gobierno, empezando por ese espermatozoide solitario de entre cuatrocientos millones, de tu padre, hasta los cientos de genes en cada uno de los cromosomas de tus padres podría haber creado trescientos billones de seres, siendo cada uno diferente. ¿Pero a quién creé?






A ti. Único en su clase. Único entre los únicos. Un premio sin precio, poseedor de cualidades en mente, habla, movimiento, apariencia y acciones que nunca tuvo otro ser que haya vivido, viva o viviere.


¿Por qué te has valorado en centavos cuando tu valor es comparable a la riqueza de un rey?


¿Por qué escuchaste a quienes te menospreciaron?... y, peor aún, ¿por qué les creíste?


Recuerda. No sigas escondiendo tu individualidad en la oscuridad.


Sácala. Muéstrala al mundo. Esfuérzate por no caminar como tu hermano, ni a hablar como habla tu dirigente, ni a trabajar como trabaja el mediocre. Nunca hagas lo que otro. Nunca imites a nadie.


Como ya sabes, no debes imitar al malo, pues el que lo imita, siempre lo supera, mientras que quien imita al bueno siempre se queda corto... No imites a nadie. Sé tú mismo. Muestra al mundo tu individualidad y él te bañará en oro. Esta es, pues, la segunda ley.


Proclama tu individualidad.


ahora has recibido dos leyes.


¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad!


No tienes trabas. No eres mediocre.


Haces una señal afirmativa. Fuerzas una sonrisa. Admites tu propia decepción.


¿Y tu próxima queja? ¿La oportunidad nunca te busca?


Acepta el consejo, y eso pasará, ya que ahora te doy la ley del éxito en todo. Hace muchos siglos se dio esta ley a tus antepasados desde la cima de una montaña.


Algunos siguieron la ley y se salvaron; sus vidas estaban llenas con el fruto de la felicidad, el cumplimiento, el oro y la paz mental. La mayoría no escuchó, ya que buscaba medios mágicos, rutas tortuosas, o esperó a que el demonio llamado suerte le mandara las riquezas de la vida.


Esperó en vano... igual que tú esperaste, y después lloró, del mismo modo que tú, culpándome por su falta de suerte.


Esta ley es sencilla. Joven o viejo, mendigo o rey, blanco o negro, hombre o mujer... todos pueden utilizar el secreto en provecho propio, ya que de todas las normas, pláticas y escritos sobre el éxito y cómo lograrlo, solamente un método nunca ha fallado... si alguien te pide que le acompañes a caminar un kilómetro... acompáñalo dos.


Entonces esta es la tercera ley... el secreto que producirá riquezas y te proyectará más allá de tus sueños. ¡sigue adelante otro kilómetro!


El único medio cierto de triunfar es rendir más y mejor de lo que se espera de ti, sin importar de que se trate. Este es un hábito seguido por todas las personas de éxito desde el principio de los tiempos. Por lo tanto, te digo que el camino más seguro para condenarte a la mediocridad es realizar solamente el trabajo por el que se te paga.


No pienses que te están engañando si rindes más de lo que se te paga, ya que hay un péndulo para toda la vida y lo que trabajes, si no te es recompensado ahora, lo será mañana multiplicado por diez.


El mediocre nunca camina otro kilómetro, piensa que no vale la pena seguir adelante. Pero tú no eres mediocre. Caminar otro kilómetro es un privilegio del que debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no debes, y la responsabilidad de tu fracaso son únicamente tuyos.


Ya no puedes servir recibiendo solamente la compensación que en principio será entregada, sin sufrir la pérdida de la recompensa. La causa y el efecto, medios y fines, semilla y fruto, no pueden estar separados. El efecto es la causa, el fin preexiste en los medios y el fruto está siempre en la semilla.


Camina otro kilómetro.


No te preocupes por ti mismo, ya que así servirías a un amo desagradecido. Sírvelo más.


Y en lugar de él, deja que sea yo el que está endeudado, y así sabrás que cada minuto, cada servicio extra será remunerado. Mientras mayor sea el pago retenido, mejor será para ti... y el interés compuesto en el interés compuesto es el beneficio más grande de la ley.


No puedes ordenar el éxito, sólo puedes merecerlo... y ahora conoces el gran secreto necesario para merecer su extraña recompensa.


¡Camina otro kilómetro!


¿En dónde se encuentra el campo desde el cual gritaste que no existía una oportunidad?


¡Observa! Mira a tu alrededor. Vé que, en donde sólo ayer te revolcabas en la autocompasión, ahora caminas erguido sobre una alfombra de oro. Nada ha cambiado... excepto tú, pero tú lo eres todo.


Eres mi milagro más grande.


Eres el milagro más grande del mundo.


Y ahora las leyes de la felicidad y el éxito son tres.


¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad! ¡Camina otro kilómetro!


Sé paciente con tu progreso. Para contar tus dones con gratitud, para proclamar tu individualidad con orgullo, para caminar otro kilómetro más y después otro, estos actos no pueden hacerse en un abrir y cerrar de ojos. Pues lo que obtienes con mayor dificultad, lo retienes durante más tiempo; como aquellos que ganan una fortuna, son más cuidadosos con ella que aquellos que la heredan.


Y no temas entrar en tu nueva vida. Toda adquisición noble se obtiene con sus riesgos.


Quien teme encontrar algo, no debe esperar obtener lo otro. Ahora sabes que eres un milagro. Y no existe el temor en un milagro.


Sé orgulloso. No eres un capricho momentáneo de un creador descuidado que hace experimentos en el laboratorio de la vida. No eres un esclavo de fuerzas que no puedes comprender. Eres una manifestación libre de mi ser, de mi amor. Fuiste creado con un propósito.


Siente mi mano. Escucha mis palabras




Me necesitas... y yo te necesito


Tenemos un mundo que reconstruir... y si se necesita de un milagro, ¿Qué es eso para nosotros?


Ambos somos milagros y ahora nos tenemos el uno al otro


Jamás he perdido la fe en ti desde aquel día en que por primera vez te salvé de la ola gigantesca y te arrojé desamparado sobre la playa. De la forma en que mides el tiempo, esto tuvo lugar hace más de quinientos millones de años. Hubo muchos modelos, muchos cortes, muchas tallas antes de que alcanzara la perfección en ti, hace más de treinta mil años. No he hecho un esfuerzo posterior para mejorarte a últimas fechas.


¿Pues cómo voy a mejorar un milagro? Eras una maravilla que contemplar y me sentía satisfecho. Te di este mundo y el dominio sobre él. Después, para que fueras capaz de alcanzar el máximo de tu potencial, posé mi mano sobre ti, una vez más, y te doté de poderes desconocidos para todas las demás criaturas del universo, aún hasta hoy.


                                        Te di el poder de pensar


                                            Te di el poder de amar


                                                Te di el poder de determinar


                                                    Te di el poder de reír


                                                        Te di el poder de imaginar


                                                            Te di el poder de crear


                                                                Te di el poder de planear


                                                                    Te di el poder de hablar


                                                                        Te di el poder de rezar



Mi orgullo era que no conocías ataduras. Eras mi creación última, mi mayor milagro.


Un ser vivo completo. Uno que puede adaptarse a cualquier clima, a cualquier trabajo pesado, a cualquier desafío. Uno que puede crear su propio destino sin ninguna interferencia por mi parte. Uno que puede traducir cualquier sensación, o percepción, no por el instinto, sino mediante el pensamiento y el análisis en cualquier acción que sea mejor para él y para toda la humanidad.


Así pues, llegamos a la cuarta ley del éxito y la felicidad... ya que te di un poder más, un poder tan grande que ni los ángeles lo poseen.


Te di... el poder de elección.


Con este regalo te situé por encima de mis ángeles... ya que los ángeles no son libres para escoger el pecado. Te di dominio total sobre tu propio destino. Te dije que determinaras por ti mismo tu propia naturaleza de acuerdo con tu propia voluntad. No siendo ni divino ni terrestre por naturaleza fuiste libre de modelarte en la forma en que prefieras. Poseías el poder de elección para degenerar en la forma más baja de vida, pero también tenías el poder, fuerza del juicio de tu alma, de renacer en la forma más elevada, que es divina.


Nunca te he quitado tu gran poder, o sea, el de elección.


¿Qué has hecho con esta tremenda fuerza? Mírate. Piensa en las elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, aquellos amargos momentos en los que caerías de rodillas si tan sólo tuvieras la oportunidad de elegir nuevamente.


Lo pasado, pasado está... y ahora conoces la cuarta gran ley para la felicidad y el éxito...


Usa sabiamente tu poder de elección.


 Elige amar... en lugar de odiar

                                                           Elige reír... en lugar de llorar

                                                           Elige crear... en lugar de destruir

                                                           Elige perseverar... en lugar de renunciar

                                                           Elige alabar... en lugar de criticar

                                                           Elige curar... en lugar de herir

                                                           Elige dar... en lugar de robar

                                                           Elige actuar... en lugar de aplazar

                                                           Elige crecer... en lugar de consumirte

                                                           Elige bendecir... en lugar de blasfemar

                                                           Elige vivir... en lugar de morir



Ahora sabes que tus desventuras no eran mi voluntad ya que todos los poderes empleados sobre ti, y el monto de acciones y pensamientos que te situaron en el rechazo de la humanidad eran lo que tú hacías, no yo. Mis regalos de poder eran demasiado grandes para tu pequeña naturaleza. Ahora te has vuelto grande y sabio, y los frutos de la tierra serán para ti.


Eres algo más que un ser humano, eres un ser humano digno.


Eres capaz de realizar maravillas. Tu potencialidad es ilimitada. ¿Cuál otra de mis criaturas ha dominado el fuego? ¿Cuál otra de mis criaturas ha conquistado la gravedad; ha caminado por los cielos; ha dominado la enfermedad, la peste y la sequía?


¡Nunca menosprecies nuevamente a tu persona!


¡No te rebajes por las cosas insignificantes de la vida!


¡Nunca ocultes tus talentos, de ahora en adelante!


Recuerda al niño que dijo: "Cuando sea un niño grande". ¿Pero qué es eso? Los niños grandes dicen: "Cuando crezca". Y los adultos dicen: "Cuando me case". Pero, ¿después de todo qué es estar casado? El pensamiento entonces cambia a: "Cuando me jubile". Y entonces, llega la jubilación y observa el panorama de lo hecho; un viento helado pasa sobre eso y de alguna forma lo ha perdido y se ha ido.


Disfruta de este día, hoy... y mañana disfruta mañana.


Has realizado el milagro más grande del mundo.


Has regresado de tu muerte viviente.


Nunca más sentirás autocompasión y cada nuevo día será un desafío y una alegría.


Has nacido nuevamente... pero igual que antes, puedes elegir entre el fracaso y la desesperación o el éxito y la felicidad. La elección es exclusivamente tuya. Yo solamente puedo observarte, como antes… orgulloso... o apenado.


Recuerda entonces las cuatro leyes de la felicidad y el éxito.


Anota tus dones.


Proclama tu individualidad.


Camina otro kilómetro.


Usa sabiamente tu poder de elección.


Y algo más, para complementar las otras cuatro leyes. Haz todo con amor... amor por ti, amor por otros y amor por mí.


Seca tus lágrimas. Sal, toma mi mano y mantente erguido. Permíteme quitarte las mortajas que te atan.


Este día ha sido notificado.



Tú eres el milagro más grande del mundo

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 Anónimo